jueves, 6 de agosto de 2009

MONKEYS EN SALAZON

El día comienza tranquilo, con un buen desayuno donde el polaco y unas compritas en el Walmart (arrasamos con las navajas Letherman). De ahí hemos continuado la ruta hacia Salt Lake City, la ciudad de los mormones y hemos ido a ver el ayuntamiento y las cortes, donde un amabilísimo policía ha llamado a una funcionaria que hablaba castellano para que nos enseñara una de las salas de los juzgados.
De ahí, hemos seguido las indicaciones del policía y hemos llegado al Capitolio, un edificio que recuerda bastante a la Casa Blanca.
Como lo que resta de viaje es casi todo carretera, decidimos coger comida para llevar mientras nos dirigimos a ver el lago salado (el cual sólo hemos visto desde la carretera) y el desierto de sal.
¡¡Qué decir del desierto de sal que no se haya dicho ya!! Blanco, salado y ... traicionero; bueno, y nosotros...unos monkeys. Después de pisar la sal y descubrir claramente que había fango abajo, ya que nos supo a poco, por mayoría (3 a favor, 1 en contra y 2 abstenciones) tras ser sometido a votación y tras ver las rodadas de otros coches decidimos dar una vueltita con el nuestro. Y...con la suerte que nos caracteriza, nos quedamos clavados a 200 m de la carretera en el fango salino, que descubrimos que era aún más fino según nos íbamos adentrando.
Tras varias intentonas, en las que obviamente lo único que conseguimos fue hundirnos más en el barro, decidimos salir a pedir ayuda a la carretera. Nos encontramos con gente encantadora que nos ayudó en la medida de lo posible, claro, llamando a una grúa.
Un policía que recibió el aviso de que había 6 monkeys tirados en medio del desierto de sal, vino a cotillear y un monkey con contactos nos libró de la correspondiente multa, ya que estaba claro por los 50 carteles que ahí no se podía entrar. El tío resultó ser muy majete ya que no se marchó hasta que la grúa estaba bien cerca.
Al fin llega la ayuda esperada, y tras ver el percal, decide darse la vuelta, pues creemos que no esperaba que hubiéramos llegado tan lejos y no tenía suficiente cable para rescatarnos.
Tras una hora, apareció con los refuerzos que consistían en un peazo de vehículo oruga, que seguramente era el único tipo incapaz de hundirse allí (igualito que nuestro toyota sienna).
Pasaron en total 3 horitas desde que llegamos hasta que conseguimos pisar de nuevo la carretera, en unas condiciones un tanto extremas, es decir, sin agua apenas, con un calorazo de la pera y una tormenta eléctrica acechando.
Respiramos, tomamos aire y nos paramos en el siguiente mirador donde la minoría se rebeló y no dejó que volviéramos a entrar en el que sí era el desierto de sal con su suelo durito.
Finalmente llegamos a Wendover (otra ciudad con casinos), donde pasaremos la noche sin incidencias o al menos eso esperamos.

2 comentarios:

  1. Caramba carambita con el poli bueno! Si al final los yankis no son tan malos como los pintan!!

    La verdad es que la tentación de meterse con el coche era mucha (A Monkey N. creo que le molaba la peli esa de Burt Munro en q hacian carreras por el lago salado... seguró que votó que SI)

    Bueno, a disfrutar, y no os dejeis los cuartos en Wendover :)

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  2. noy hay nada como tener contactos... hubo intercambio de items? pagaria por ver un pitufo yankee con una ensaimada roja en tóo lo alto, you know what i mean.
    una putada lo de qedarse attrapado, epro weno, mira, una anecdota mas q contar a los nietos, y d etodo se aprende,q leches, bebereis en el "yo nunca me he qedado clavado en un lago de sal". muchos abrazos, mañana me voy a rodderick city, y alli no tengo internez... intentare desde un ciber algun dia... besotes

    Santiranti de vacaciones

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